sábado , enero 18 2025
Foto: Pueblos Indígenas reunidos en el Llanito, Izalco/Por David Ramírez

“Basta ya”: pueblos indígenas se unen para alzar su voz y romper 91 años de silencio

Por David Ramírez


Azul con líneas blancas y rojas, blanco con líneas verdes y naranjas, y otros colores que combinan y hacen emblemáticas las vestimentas tradicionales de los pueblos indígenas de El Salvador, junto a algunos de Guatemala, Honduras y Nicaragua, se reunieron para unidos alzar una fuerte y valiente voz: “basta ya”, dijeron el pasado 22 de enero en Izalco, Sonsonate.


Han trascurrido más de nueve décadas desde que el Estado salvadoreño perpetró uno de los peores crímenes contra la verdadera población originaria de la región.

Foto: El Llanito, lugar sagrado donde descansan miles de indígenas masacrados en 1932


El etnocidio de 1932 causó la muerte de más de 30,00 indígenas, pero dio origen a una inquebrantable voluntad de lucha por justicia que los pueblos vivos siguen manteniendo como bandera.


“Este día conmemoramos que nuestros ancestros están más vivos que hace más de nueve décadas, que nunca morirán y que danzan eternamente a nuestro lado”, expresó el Consejo Ancestral de los Comunes de los Territorios Indígenas (CACTI), integrado por las comunidades cacahurias, lencas, cuscatecos, nonualcos, cojutepecos nahuizalcos, tacubayas y otras comunidades indígenas que continúan en la lucha por el respeto de sus derechos y protegiendo el legado cultural y ancestral que sus “nanas” y “tatas” les dejaron.

Foto: Pueblos indígenas conmemorando a sus ancestros masacrados en 1932


El Llanito, Izalco, es ahora un lugar sagrado que resguarda las almas de muchas de las hermanas, hermanos, nanas, tatas, abuelas y abuelos, que, por luchar contra las injusticias de aquella época (y que siguen vigentes), fueron masacrados.


En este sagrado lugar se reunieron diversas personas y de diferentes edades: un par de niñas y niños que son la nueva generación y que con muchas energías van aprendiendo el legado ancestral, hombres y mujeres jóvenes o adultos con fuertes y carismáticas vibras, y, más hombres y mujeres, pero que sus expresiones faciales y sus cabellos con piscas blancas, evidenciaban su experiencia y sabiduría.

Foto: Comunidades indígenas unidas en el Llanito, Izalco


El estruendoso y llamativo sonido de los caracoles, los golpes en tambores tradicionales, las dulces notas producidas por pequeñas y delicadas flautas, los abrazos entre los hermanos indígenas salvadoreños y de algunos del Abya Yala -como históricamente fue llamada la región americana-, y el humo de la llama que representaba las almas de sus ancestros, fue como honraron su legado y su lucha durante la mañana del pasado 22 de enero.


Al final del Llanito se encuentra una especia de lápida, conformada de muchas piedras en forma ascendiente y de color blanco. En su parte inferior y hacia adelante, un par de cuadros de papel café con unas figuras que parecían sombras de mujeres y hombres, y que representaban a los que ahí descansan ahora.


Un poco más hacia delante, llamaba la atención un cuadro de una fotografía de color café que ahí estaba colocado. La fotografía a blanco y negro, y en ella aparecían un hombre y una mujer con las vestimentas más tradicionales de aquella época. Ellos eran dos familiares de uno de un hombre indígena que asistió a las actividades durante el fin de semana.

Foto: Cuadro fotográfico colocado en el Llanito, Izalco


“Ningún ruego marchitó la flor de la palabra o el canto del alma en 1932, ni lo hará ahora. Más bien, el habla florida es la obsidiana que rompe 91 años de silencio: no nos callaron ayer, no nos enmudecerán ahora”, expresaron los pueblos con voz alta.


Durante sus actividades conmemorativas diferentes grupos musicales se congregaron para rendir homenaje a las víctimas de aquella masacre, e incluso, un artista salvadoreño ofreció y donó a las comunidades una colección de obras pictóricas creadas e inspiradas en este hecho para mantener viva la memoria histórica del etnocidio.

Foto: Carlos A. Quijada, catedrático de la UES quién donó una colección de obras pictóricas inspiradas en la masacre de 1932


El Estado salvadoreño poco ha hecho en favor de los pueblos que defienden la verdadera cultura del país y menos ha hecho para esclarecer, hacer justicia y reparar a las víctimas de esa masacre, indicaron representantes de las comunidades indígenas.


“Creemos que es posible un mejor mañana. Sabemos que son tiempos difíciles, pero conocedores de nuestros saberes ancestrales creemos que la única forma de seguir avanzando es unidos”, expresaron.

Foto: Indígena frente al Llanito observando el lugar donde descansan «hermanas y hermanos»

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Periodista de VOCES

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