“Siempre nos estamos quejando de que El Salvador es muy violento. Sin embargo, erradicar la violencia está en nuestras manos”, dijo Oscar Jiménez, director de “Hombres contra la Violencia”, una de las organizaciones en El Salvador que trabaja por reemplazar las masculinidades “tradicionales”.
Entre 2019 y 2022 se registraron un total de 93,593 hechos de violencia contra las mujeres a nivel nacional, según el informe “Hechos, Estado y Situación de la Violencia contra las Mujeres”, de 2022 del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública. Estos hechos se refieren, indicó el ministerio, a homicidios y feminicidios como la violencia sexual, física, patrimonial, laboral, psicológica y económica, tratas de personas y otros delitos contemplados en la Ley Especial para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV).
“Los agresores son predominantemente hombres jóvenes, incluso adolescentes, lo que indica una reproducción de masculinidades agresivas y violentas en las nuevas generaciones de salvadoreños. Esta reproducción cultural de roles de género que desvalorizan a las mujeres hace más difícil romper con ciclos de violencia”, concluyó dicho informe.
ONU Mujeres y otros organismos internacionales definen las “masculinidades tradicionales” como aquella que fomenta que algunos hombres mantengan el control sobre otras personas para acaparar el poder, fomentan la competitividad, que conlleva a la agresividad y la violencia en sus diferentes expresiones, y en las que se reproducen el sistema machista, es decir, reproducen un conjunto de actitudes y comportamientos que “violentan injustamente la dignidad de la mujer en comparación con el hombre”. La entidad enfatiza que han sido prácticas aprendidas de generación en generación.
Ante este escenario, el concepto de “hombre tradicional” se ha cuestionado, y han surgido nuevas masculinidades como alternativas con miras a la erradicación de la violencia de género.
Para Jiménez, ser “hombre tradicional” significa, entre otras cosas, ser irresponsable, mal hablado, vicioso, no llorar, no se incorporan a las tareas domésticas y ven a las mujeres como posesiones. “Esa es la tradicionalidad de la cual todos venimos inmersos y bajo la cual hemos crecido. Esta tradicionalidad del ser hombre nos causa daños. El hecho de no llorar, no expresar sentimientos, incluso un abrazo se nos niega en la masculinidad tóxica”, sostuvo el director de Hombres Contra la Violencia.
Redefinir las masculinidades también se encuentra en las recomendaciones de ONU Mujeres para enfrentar y paliar la cultura de violación. Estas nuevas masculinidades son las que apuestan la horizontalidad, el consenso y las relaciones entre iguales. Busca que cada persona pueda mostrar sus debilidades sin miedo y aprovecha el talento de los demás para trabajar en equipo; las que apuestan por eliminar la violencia machista o de cualquier tipo de sus vidas; las que apuestan por eliminar los roles de género aprendidos sobre masculinidad y feminidad para crear entornos libres; las que buscan una combinación equilibrada de desarrollo hacia fuera y hacia dentro, contribuyendo a su vez a las relaciones interpersonales y a la gestión emocional, entre otras.
Oscar Jiménez es comunicador y maestro en docencia universitario. Él relata que durante años ha continuado una permanente deconstrucción de sí mismo porque ha aprendido que ser hombre es algo diferente a lo que conocía. La propia experiencia de Jiménez le ha enseñado lo importante de hacer este tipo de cambios. “Se vive mejor y en estos años que me he venido deconstruyendo he salido ganando con mis hijas, amistades y todas las personas”, dijo.
En ese cuestionamiento hacia lo que significa ser masculino nació “Hombres Contra la Violencia”, un esfuerzo que por 23 años ha capacitado a hombres sobre la violencia, la microviolencia, micromachismo, entre otras temáticas en torno a la búsqueda de una sociedad más pacífica e igualitaria.
“Nosotros estamos trabajando una masculinidad diferente donde se permite ser hombre manifestando las emociones, el pasado de dolor; en donde las tareas domésticas también son nuestras y de todos. Trabajamos esas temáticas para entender que el ser hombre no es lo que nos dijeron, sino que es otra cosa.”, dijo.
Silvia Juárez, coordinadora del programa “Derecho a una vida libre de violencia para las mujeres” de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA), coincide en que las nuevas masculinidades figuran alternativas que limitan a un “sistema opresivo hegemónico del patriarcado (manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y la niñez) y que eligen pasar por esas super estructuras de dominación a pasar a reconocer que el relacionamiento con todos los seres en el entorno de la vida debe ser basado en las relaciones de respeto, confianza, pero sobre todo de reconocimiento de la igualdad entre pares”.
Asimismo, Juárez manifestó que, en El Salvador, el machismo está instalado como una práctica “esencial o sumada la esencialidad de ser hombre”, que valida al mismo tiempo prácticas violentas, autoritarias, discriminatorias, y por lo tanto, violadoras de derechos humanos.
Según datos del Observatorio de violencia contra las mujeres de ORMUSA, entre enero y el 20 de noviembre de 2023, se registraron un total de 43 casos de hechos violentos contra mujeres, en su mayoría cometidas por hombres: 21 feminicidios perpetrados por la pareja o expareja, 20 feminicidios o muertes violentas y dos suicidios feminicidas. Este último se refiere a cuando alguien induce una mujer a suicidarse o le ayuda a cometerlo valiéndose de situaciones como violencia, superioridad o relación de poder desigual u otra, indica el artículo 28 de LEIV.
Juárez y Jiménez llamaron al Estado salvadoreño a asumir el tema de la igualdad como un tema de desarrollo, garantizando el ejercicio pleno de derechos; y a los hombres a romper con el silencio ante la cultura de violencia para erradicar las desigualdades.
“Necesitamos y debemos cambiar. Queremos un El Salvador no violento. Cambiemos nosotros y ayudemos a otros hombres a cambiar. Si cambiamos los hombres, cambia toda esta estructura de machismo y eso es lo que necesitamos en El Salvador”, agregó Jiménez.
Con edición de Diego Hernández