Iván Montecinos, uno de los referentes del fotoperiodismo en El Salvador, y quien fue amigo del líder de los cuatro periodistas holandeses, emboscados y asesinados en 1982, aseveró que el papel de ellos fue vislumbrar la verdad sobre lo que en la década de los ochenta se vivía en el país a consecuencia de la represión del conflicto armado.
“Ellos vinieron en 1982, en el marco de la guerra, a hacer un documental en una zona guerrillera para reflejar cómo vivía la gente civil. Ese era el objetivo que ellos traían, o sea, dar a conocer una realidad que se desconocía, el cómo era vivir en una comunidad como Chalatenango, donde a diario era bombardeada. Entonces su compromiso era ese, dar a conocer la verdad de lo que estaba ocurriendo en el marco de la guerra en aquellos momentos”, afirmó Montecinos.
El compromiso con la verdad es una de las banderas con las que se recuerda a Koos Koster, Jan Kuiper, Joop Willemsen y Hans ter Laag, cuatro periodistas de la cadena holandesa IKON TV, quienes por su trabajo fueron emboscados y asesinados por un grupo del Batallón Atonal el 17 de marzo de 1982. Este crimen de lesa humanidad cumplió ya 41 años de impunidad.
“Yo fui amigo de Koos Koster. Era un periodista que venía a menudo aquí a El Salvador a informar sobre la situación que estaba en el país y andaba en movimientos sociales en Latinoamérica pues había estado en Chile, había estado en Argentina y luego aparece aquí en El Salvador. Yo lo recuerdo más como un hombre muy serio, muy centrado y dedicado a su trabajo”, expresó
Durante la época del conflicto armado, Montecinos trabajó para United Press International (UPI), un medio de comunicación internacional. Su pasión era retratar la cruda realidad del país a través de su lente y su ojo periodístico, aún si eso significaba arriesgar su vida para fotografía la muerte, como tituló uno de sus libros en la que recopila sus experiencias y sus fotos más icónicas. Entre esas fotos, los ataúdes de los cuatro periodistas dentro de la morgue.
A juicio del fotoperiodista salvadoreño, la emboscada y asesinato fue un acto y un plan premeditado, debido a que el ejército conocía a detalle los últimos movimientos que los cuatro periodistas harían en Dulce Nombre de María, Chalatenango, el 17 de marzo de 1982.
“Aquí en la guerra de El Salvador murieron más de 17 periodistas. Y todos, -junto a los cuatro periodistas holandeses-, por sanidad de este país, por la historia de este país, debería de haber justicia para todos”, señaló.