Tania Camila Bonilla Riveros, activista y defensora de derechos humanos.
Desde el pasado 28 de abril miles de personas han salido a las calles colombianas para expresar su descontento frente a la Reforma Tributaria que impulsa el gobierno del presidente Iván Duque. A pesar del llamado de los mandatarios, locales y nacional, porque la ciudadanía no realizara conglomeraciones, dadas las difíciles condiciones sanitarias por las que atraviesa el país a causa del COVID-19, los ciudadanos alentaron a participar en el Paro Nacional por las redes sociales y a “caer” a los diferentes puntos en cada una de las ciudades.
Desde el inicio, la policía y el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) intentaron dispersar a la población de manera violenta. No obstante, los medios de comunicación oficialistas (RCN, CARACOL, SEMANA, EL TIEMPO, EL ESPECTADOR, EL COLOMBIANO, etc.), mostraban a los manifestantes como los causantes de los desmanes. Igualmente, éstos reprodujeron los pronunciamientos realizados por distintos integrantes del partido político Centro Democrático Alternativo y, en especial, de Álvaro Uribe Vélez, quien llamó a la policía y al ejército para que empleara sus armas contra la población. Asimismo, tomaban imágenes de videos para descontextualizarlos y mostrar a los ciudadanos como vándalos y terroristas. Ante las mentiras que circulaban, los manifestantes y defensores de Derechos Humanos filmaban con sus celulares los hechos ocurridos en las calles colombianas y las reproducían en las distintas redes sociales.
La violencia policial fue recrudeciéndose de manera alarmante hasta el punto de llegar al terrorismo de Estado. Cali, la tercera ciudad más importante de Colombia, ubicada al sur del país, ha sido el lugar en donde se han presentado más violaciones de Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario. Allí, los manifestantes nos han mostrado al país cómo los policías y el ESMAD les han disparado a sus cuerpos. Ante el silencio de la prensa nacional, y, con todo el dolor, la indignación y la impotencia, miles de colombianos consideramos como necesario y urgente tomarnos las redes sociales, especialmente, durante la noche y la madrugada, pues en esas horas, las fuerzas policiales, argumentando que están actuando bajo la reglamentación del Toque de queda, atacan, hieren, disparan.
Fue algo que surgió de manera espontánea, del dolor, de la impotencia. Cada cual reproducía lo que podía, se hablaba con el amigo, con el compañero, se preguntaba qué podía hacer. La impotencia se fue haciendo más poderosa conforme se incrementaba la violencia, y cada cual fue pegando en el muro del amigo extranjero, contándole lo que estaba sucediendo en Colombia, pidiéndole que por favor compartiera los atropellos del Estado colombiano. Mensajes como “Llevo tres horas intentando ir a la cama pero no puedo”; “No puedo dormir sabiendo que afuera están matando personas”, aparecían junto con los videos de denuncia. Entonces, empezaron a desaparecerse lo videos que la gente subía, a aparecer pantallazos con textos como “no puedes compartir contenido en este momento. Para evitar el uso indebido, limitamos la frecuencia con la que puedes realizar ciertas acciones en Facebook. Parece que alcanzaste uno de nuestros límites”. Así como, ante el logro de que Twitter retirara de su plataforma el pronunciamiento de Álvaro Uribe en el que le decía a las fuerzas armadas que emplearan sus armas contra la población civil, varios intentamos denunciar sus publicaciones de su cuenta en Facebook. No obstante, la respuesta de la red social fue: “si te molesta lo que Álvaro Uribe publica, bloquéalo”.
La noche del 3 de mayo, miles de colombianos empezamos a postear en diferentes medios y organizaciones de derechos humanos internacionales. Al principio, sentíamos que estábamos haciendo algo que no tendría fruto. Sin embargo, nos fue impresionado cómo en todas las páginas éramos miles de colombianos posteando lo mismo. A partir de ese momento y, de observar que se publicaba en el extranjero lo que solicitábamos, sentimos que era uno de los mecanismos para continuar con la visibilización del Paro Nacional. No obstante, durante el día 4 de abril se “rumoró” por las redes sociales que muy posiblemente el país sufriría de una desconexión para evitar que siguiéramos pronunciándonos. En efecto, durante horas de la noche, mensajes que se ponían desparecían en Facebook, YouTube dejó de funcionar, no aparecían muchos de los usuarios o de las páginas por las que se ha difundido la información; así como, durante toda la noche no fue posible establecer un contacto directo con los manifestantes en Cali. Adicionalmente, Bogotá fue militarizado y en el sur de la ciudad se han presentado múltiples violaciones a los derechos humanos, como disparar a manifestantes, a las casas y hogares de los bogotanos. Los pocos videos y comunicados que llegaron, especialmente de Cali, fueron por whatsaap.
Desde Colombia les pedimos de corazón roten los vídeos de violencia que circulan por las redes sociales. Que el mundo sepa lo que pasa en el país desde hace décadas, pero ahora lo hacen sin pudor, aun cuando sus acciones, son filmadas por la población.