Por: Carlos Mario Castro
El día de los Reyes Magos cierra el ciclo de las fiestas de fin de año. Sin embargo, a veces se nos escapa el significado de esta fecha importante y su mensaje universal para toda la humanidad más allá de religiones o ritos sociales.
Recordar a estos sabios viajeros del Oriente es volver a una de las raíces principales del Occidente cristiano. Aquella que nos recuerda que, como los Magos, somos sociedades siempre en camino, a la búsqueda de una verdad que –con sus diferentes lenguajes y formas– humaniza, transforma un poco la realidad, y la libera.
Asimismo, estos personajes de la Epifanía, del encuentro con la luz de la verdad que nos hace libres, simbolizan la comunión no siempre pacífica de la diversidad intercultural, pero abrazada alrededor de un descubrimiento común más grande que las diferencias que nos dividen y aíslan en prejuicios, intolerancias y odios de toda índole.
Diversos caminos para llegar a la verdad
Sobre esta celebración, el doctor José Gabriel Funes, S.J, jesuita dedicado a la investigación de vida extraterrestre inteligente en la Universidad Católica de Córdoba, Argentina, y antes director del Observatorio Astronómico del Vaticano, señaló que el significado de los Magos (por cierto patronos de la astronomía) es “en sí mismo intercultural porque se basa en el encuentro de personalidades y saberes diferentes, que desafían con su múltiple identidad la inteligencia y la creatividad de antiguos y modernos”.
Funes expresó que los Magos simbolizan la diversidad de pueblos con sus múltiples síntesis y caminos para llegar al lugar de la Estrella que los guiaba. Si la Estrella es única, estos Magos en su diversidad representan que hay infinitos caminos, infinitas soluciones, para llegar a ella.
Leer y descifrar la firma de Dios en la creación
Este jesuita astrónomo, teólogo y humanista, ejemplo de la gran diversidad que también anida dentro de la Compañía de Jesús, señaló que la COVID-19 ha incrementado “la experiencia de la precariedad y la fragilidad en las generaciones jóvenes y mayores”. Y necesitamos el consuelo reparador de la esperanza.
Al respecto recordó la interpretación que el ahora Papa Emérito Benedicto XVI, hizo del día de los Reyes Magos en 2011, al describir qué tipo de personas eran probablemente estos curiosos observadores del cielo nombrados solo en el evangelio de Mateo. Un perfil que podría ayudarnos a orientar nuestro caminar en medio de estos tiempos difíciles.
Para Benedicto XVI, pontífice con espíritu universitario y científico, que debatió de igual a igual con los principales científicos y humanistas del mundo, los Magos eran “sabios que escrutaban el cielo, hombres en busca de algo más, en busca de la verdadera luz, una luz capaz de indicar el camino que es preciso recorrer en la vida. Eran personas que tenían la certeza de que en la creación [en la Casa Común] existe lo que podríamos definir como la firma de Dios, una firma que la humanidad puede y debe intentar descubrir y descifrar”.
De esta manera, el anterior Papa ahora en retiro invitaba a recuperar la experiencia de los Magos para nosotros y nuestro tiempo, “volver al hecho de que esos hombres buscaban las huellas de Dios; trataban de leer su firma en la creación, es decir, tenían la certeza de que es posible vislumbrar a Dios en la creación. Al ser hombres sabios, sabían también que no es con un telescopio cualquiera, sino con los ojos profundos de la razón en busca del sentido último de la realidad y con el deseo de Dios, suscitado por la fe, como es posible encontrarlo”.
El doctor Gabriel Funes consideró que esta lectura del Papa Emérito sobre el significado de los Magos nos deja la enseñanza de que “ante un futuro incierto, la falta de motivación, el sentimiento de pérdida, Dios da sentido y esperanza; que el mundo, la historia, la humanidad son fundamentalmente buenos, y la creación es un regalo de la vida. Y Dios es la fuente de esa vida arraigada en nuestros corazones. Allí está la firma del creador”.
“Los Magos –dijo—dejaron sus tierras, sus seguridades para seguir la luz de la Estrella que brillaba en el firmamento, pero sobre todo en sus corazones. ¿Por qué existe el universo con sus miles de galaxias y no la nada. Son este tipo de preguntas las que impulsaron a los Magos a emprender el camino hacia Belén. El problema del origen del universo y del ser humano es una cuestión ineludible. Si se me permitiera hacer una pregunta a esos astrónomos sabios les preguntaría: ¿Qué comentaban por el camino?”.
Nos queda entonces la invitación a proceder y caminar como los Magos lo hicieron, contribuir desde la diversidad y los distintos saberes a descifrar y comprender esa firma de la vida y la trascendencia que brilla en la humanidad y la Casa Común; para así, como aquellos sabios, contemplar y dejarnos cautivar por la belleza del mundo, su misterio, su grandeza y el reflejo de la racionalidad eterna que en él habita.