El gigante de América del Sur, Brasil, marco el domingo otro hito en la configuración del mapa geopolítico de esta importante región del mundo: A sus 77 años, el emblemático líder obrero Luiz Inácio Lula da Silva vuelve a la presidencia.
«Hoy le decimos al mundo que Brasil ha vuelto»: dijo el presidente electo al confirmarse su victoria.
Estando frescos aún en el ambiente internacional los recientes triunfos de los progresistas Gabriel Boric, en Chile, y Gustavo Petro, en Colombia; el legendario Lula ganó en segunda vuelta con el histórico volumen de 60 millones de votos, pero también con una ínfima diferencia sobre el presidente Jair Bolsonaro.
De esta manera, “ha culminado este domingo su resurrección política y ha llevado de nuevo a la izquierda al poder en Brasil, casi tres años después de salir de la cárcel, donde pasó 580 días”, reseñó el diario español El País.
El presidente electo logró el triunfo con un 50,90% de votos contra un 49,10% que se decantaron por el actual presidente, desalojando “a su primer presidente de extrema derecha, un antiguo militar nostálgico de la dictadura que durante cuatro años ha sometido a las instituciones a una tensión aguda y constante”, sostuvo el medio español.
La izquierda brasileña -de la mano del Partido de los Trabajadores (PT)- regresa al poder casi dos décadas después de la primera victoria de Lula (que gobernó entre 2003 y 2010), y a seis años desde que su sucesora Dilma Rousseff fuera destituida (en agosto de 2016) por el Senado debido a acusaciones de manipulación del presupuesto para esconder problemas económicos.
«Tuve un proceso de resurrección en la política brasileña. Intentaron enterrarme vivo y ahora estoy aquí para gobernar el país», añadió Lula en su discurso, que dedicó también a unir el país luego de una cruenta y polarizante campaña que enfrentó a dos figuras antagónicas.
«A partir del 1 de enero de 2023 gobernaré para 215 millones de brasileños, y no solo para los que me han votado. No hay dos países. Somos un Brasil, un pueblo, una gran nación», expresó, al destacar también que la sociedad brasileña está cansada “de ver al otro como enemigo. Es hora de bajar las armas».
Si bien Brasil es una de las economías emergentes más sólidas del mundo, los problemas de hambre son urgentes para Lula.
Consideró que es inconcebible que Brasil, tercer mayor productor de alimentos en el mundo, no «pueda garantizar que todos los brasileños tengan diariamente un desayuno, un almuerzo y una cena».