Según el Informe Anual sobre Hechos de Violencia contra las Mujeres, de 2018 a 2021 se registró un total de 20,728 denuncias de violencia sexual, de esta elevada cifra solo 2,570, equivalentes al 12%, tuvieron acceso a la justicia.
Por Perla Aguilera, periodista de VOCES.
“Cuando hablamos de cultura de violación, hablamos de un problema histórico que nuestra sociedad arrastra desde tiempos coloniales”, dijo con contundencia Adilla de las Mercedes, en el marco de la presentación de un informe de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA).
De las Mercedes, directora de la Asociación de Mujeres de Guatemala, fue parte del panel que brindó los pormenores del informe “La cultura de violación, factores estructurales y culturales, principales hallazgos”.
Esta investigación expone una realidad a la que se enfrentan las mujeres salvadoreñas, inmersas en una cultura patriarcal que normaliza los abusos contra las mujeres.
También expusieron sobre los factores que despersonalizan y atentan contra la dignidad de las mujeres salvadoreñas, que obstaculizan el alcance de la justicia en las denuncias de agresión sexual y las estadísticas recientes de los casos de agresiones que se han dado en los últimos cinco años.
Según datos de ORMUSA, en El Salvador el 93% de las víctimas de violencia sexual son mujeres, en comparación de los hombres, que representan solo un 6% en estos delitos.
Esta violencia se expresa de manera cruel y desmedida en la vida cotidiana de las mujeres generando “un factor de miedo y represión que las lleva a invisibilizar su voz y derecho de una vida digna”, planteó de las Mercedes.
Este fenómeno tan arraigado en la sociedad salvadoreña puede entenderse desde el termino cultura de violación -que planteó el Centro de Mujeres y Género de la Universidad de Marshall- definido como «el entorno en el cual la violencia sexual infringida contra la mujer se naturaliza y encuentra justificación tanto en los medios de comunicación como en la cultura popular y en el sistema de justicia, perpetuándose mediante el uso del lenguaje misógino, la despersonalización del cuerpo de las mujeres y el embellecimiento de la violencia sexual, dando lugar a una sociedad despreocupada por los derechos y seguridad de las mujeres».
El desinterés, junto con el sexismo, machismo y misoginia que se expresa comúnmente en todos los estratos de la sociedad salvadoreña, es motivo de preocupación para la comunidad feminista del país, ya que conlleva a la normalización de las bromas, textos o la acusación de que las mujeres son exageradas al denunciar estos abusos.
Esta situación agrava la problemática, por lo que es necesario la sensibilización y concientización social llevándola a una transformación de pensamiento significativa creando un “reset patriarcal”, como lo plantea Silvia Juárez, representante del Programa Vida Libre de Violencia de ORMUSA.
En El Salvador, existen leyes que expresan seguridad a la vida y dignidad de las salvadoreñas, sin embargo, estas se ven débiles al amparar los derechos de las mujeres.
Juárez, feminista que lucha por los derechos de las mujeres, dijo que es necesaria “una revisión profunda, incluso del catálogo de delitos de violencia sexual de 1998, que revele la realidad de las niñas y mujeres ante la violencia sexual y que las ampare”.
ORMUSA expresó la necesidad urgente de que el Estado salvadoreño retome el mandato de la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres y dé justicia a las afectadas y protección a las mujeres en general al evitar más casos de violencia.