Como una mujer solidaria y una profesora entregada a la educación de la niñez, así recuerda Nancy Cristina Amaya Gómez a su madre María Cristina Gómez, una mujer que aglutinó a la Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños (ANDES 21 de junio) y a diferentes movimientos sociales en la época del conflicto armado salvadoreño. Ella fue asesinada el 5 de abril de 1989.
“No nos imaginamos que iba a ser así el tipo de final de la vida de ella, pero así fue la historia de María Cristina”, dijo a VOCES Nancy Amaya, quien cargaba una foto de su madre en el marco de la exposición de altares en honor a las víctimas del conflicto armado “Huellas de la Memoria”, el pasado 13 de noviembre, en el marco de la Semana de la Memoria Histórica organizada por la Mesa Contra la Impunidad en El Salvador y el Departamento de Comunicaciones y Cultura de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA).
María Cristina Gómez, su madre, nació el 5 de mayo de 1942. Durante su vida, destacó su hija, Gómez se sumó a movimientos como la Coordinadora de la Mujer Salvadoreña (CONAMUS) y, a la fecha, es recordada como una lideresa en la iglesia. Gómez incluso llegó a participar junto a Monseñor Oscar Arnulfo Romero en el movimiento ecuménico de El Salvador.
“Una memoria que siempre recuerdo de ella es que una vez en una reunión con Monseñor Romero, él se dirigía a nosotros los bautistas como los hermanos “separados” (personas de diferentes religiones). Entonces ella dice: Monseñor, quiero pedir la palabra. Ya no nos diga separados, mejor digan los hermanos o hermanas porque nos sentimos que nos separa más. Y Monseñor dijo: es verdad, no me había puesto a pensar en este adjetivo que siempre se le ha denominado a quien no es católico y se echaron a reír en la reunión”, relató con nostalgia Nancy.
El 5 de abril de 1989
De acuerdo con Nancy, María Gómez fue profesora en los primeros grados de escolaridad. Fue profesora auxiliar en el Colegio Bautista de San Salvador, en una escuela parroquial en San Marcos y en la escuela John F. Kennedy, en donde fue secuestrada en abril de 1989.
“María Cristina Gómez venía saliendo de la escuela John F. Kennedy en Soyapango. Ahí una camioneta Cherokee que tenía vidrios polarizados, según lo relata su alumna de primer grado, vio cuando a su maestra la secuestran. La niña grita y corre hacia adentro de la escuela y dice, se han llevado a mi maestra. Ella, la niña, estaba descontrolada y llorando. Cuando los testigos vieron que le habían gritado, “Cristi”, ella volvió a ver, y la metieron a la fuerza, a la Cherokee. Ese perímetro estaba custodiado por la Fuerza Aérea”, sostuvo.
Nancy detalló que María Cristina, tras ser secuestrada, fue trasladada hacia las afueras de San Salvador y su cuerpo fue arrojado a la calle por Antiguo Cuscatlán. El cadáver tenía balas en la parte trasera del hombro y en la cabeza, le habían quitado la blusa y había sido amordazada, la espalda tenía también quemaduras hechas con ácido y otros signos de tortura.
Fue a través de un padre jesuita, del cual Nancy Amaya omitió el nombre, que dieron con el cadáver de María. Este logró reconocer el cuerpo que fue abandonado, aunque al principio por el mal estado de este, fue difícil asegurar si era ella o no.
“Lo que hizo el sacerdote al llegar al lugar fue irse a la casa de él y marcar el número de teléfono de la iglesia, y cuando ya le pasan al pastor, le dice, ¿sabes algo de Cristi? Porque realmente era un movimiento ecuménico donde ellos participaban. Y ya le dicen, pues mira padre, fíjese que ella fue secuestrada este mediodía y la familia la anda buscando”, contó.
Año con año, dijo Nancy, junto a la Iglesia Cristiana Emanuel conmemoran la vida de su madre, a quien la misma iglesia ha reconocido su legado por la labor social que llevó a cabo durante el conflicto armado.
La historia de Nancy, madre de tres hijos, una hija, abuela y bisabuela, así como Nancy, el resto de su familia se ha encargado de contarla y transmitirla a las nuevas generaciones para que su memoria no sea borrada y sea recordada “como una mujer solidaria y una profesora entregada a la educación de la niñez en este país, en donde participó en movimientos sociales, de mujeres y de búsqueda de paz”, expresó Nancy Cristina Amaya Gómez.
Con edición de Diego Hernández