miércoles , abril 17 2024

La canción de “El Profeta” y el profeta de la canción

Por Paulino Espinoza Carías.

Desde hace muchos años he pensado que la canción “El profeta”, compuesta por Jorge Palencia, había sido la primera canción hecha como testimonio de la vida y resurrección de Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, justo después de su asesinato, sin embargo, no había podido confirmar el dato.

Resulta que, tras el asesinato del pastor, varias canciones y poemas fueron escritas: El Corrido a Monseñor Romero, Símbolo de Rebeldía, el poema de don Pedro Casaldáliga, Óscar Compañero de Benjamín Valiente y Voz de El Salvador de Nancy White de Canadá, sin embargo, la pionera de todas fue esta simbólica canción que ha marcado nuestra historia por la verdad desgarradora que narra y por el amor con que fue compuesta, amor que nuestra gente ha sabido corresponder acogiéndola en sus corazones como una de sus predilectas.

Jorge Palencia conoció al obispo mártir en persona. Él había sido seminarista y activista social, él mismo procedía de una comunidad campesina, “El Paraíso”, en Chalatenango. El ambiente de esa zona rural y la vida de explotación del campo no le era ajena. Es por eso que, como seminarista, sentía que los aspirantes a sacerdotes que estaban siendo formados en San José de la Montaña, estaban muy alejados de la vida real del pueblo que vivía en condiciones extremadamente precarias. Jorge y su grupo de compañeros le pidieron a monseñor que los dejara formar una comunidad en medio de los pobres, sin privilegios ni atenciones especiales.

Es así como formaron una pequeña comunidad cerca de Ilopango, un municipio emergente que combinaba sectores rurales con una naciente clase obrera semi industrial. La pequeña comunidad de seminaristas no tardó en vincularse políticamente, sin abandonar su trabajo pastoral, con el también naciente movimiento sindical de la zona, la comunidades de base y las demás organizaciones sociales de la zona: maestros, estudiantes, campesinos. Inspirados por Medellín, los seminaristas pensaban que la nueva Iglesia debía estar junto al pueblo, descentrada del templo.

El auge del movimiento de masas, el crecimiento de la represión, acoso del Estado, y el cierre de espacios llevó a estos jóvenes a transformar su vocación de fe en la lucha social y la comunidad terminó por desaparecer.  Palencia asumió, entre otras tareas, la organización de los trabajadores del arte y la cultura como parte de los nuevos sectores sociales que se incorporan a la lucha de masas y a la enseñanza de las humanidades en los colegios católicos de San Salvador. Sin embargo, su vocación cristiana nunca lo abandonó. En el seminario había hecho amistad con el padre Rutilio Grande, quien fuera, además, su confesor.  Este talante de hombre de fe y compromiso social impactó a los jóvenes artistas que eran reclutados para la organización. Palencia se convirtió, para muchos de ellos, en un ejemplo viviente del ideal del “hombre nuevo” que aspiraban a construir, de su contextura, de su moral revolucionaria y de su praxis.

Sus composiciones son una muestra de ese ideal utópico y se refieren a la historia de lucha de masas, a la alianza obrero campesina, a los caídos en combate y a nuestros héroes y mártires. El asesinato de su confesor le llevó a componer uno de los corridos más conocidos para el pastor, pero es “El Profeta” la canción que mejor expresa sus ideales como cristiano, a pesar de que cuando él compuso este canto, ya había dejado su vocación sacerdotal para dedicarse a ser luchador social. 

Palencia conoció las diferentes facetas de Romero, sin embargo, retoma su dimensión profética como centro de su canción. El anuncio del Reino de Dios y la denuncia del pecado, le llegaron al recordar la imagen sencilla que su madre les narraba de niños en su casa de “El Paraíso”: los profetas del antiguo testamento eran testigos de la fe que iban por el mundo, dando testimonio del Reino de Dios y, en ese caminar, se enfrentaban a los tiranos, desenmascarando su hipocresía y denunciando su idolatría y pecado. Pero también rescata los rasgos básicos de nuestro santo: humilde, manso, sincero, valiente.

Las palabras proféticas de Palencia se han cumplido a más de cuatro décadas del magnicidio: “podrán matar al profeta, pero su voz de justicia no. Y le impondrán el silencio, pero la historia no callará”.

No hay duda de que Palencia se convirtió en el profeta de nuestra canción testimonial y que su canto debe ser reconocido como pionero en el compromiso social y como ejemplo de coherencia, transparencia y militancia.

En el 41 aniversario de nuestro Santo Romero, el equipo de VOCES compate la canción «El Profeta» en su version original en la voz de su autor, Jorge Palencia, quien ocupa también la fotografía de este artículo de opinión.

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