En un artículo el psicólogo salvadoreño Héctor Aparicio sensibiliza sobre una realidad de El Salvador: el respeto y cuido psicosocial de las miles de víctimas de la guerra que por 12 años causó un profundo dolor, una herida que sigue abierta por falta de justicia.
Héctor Aparicio es un psicólogo salvadoreño radicado en Estados Unidos, su experiencia abarca 8 años en la atención psicosocial de víctimas desde la Comisión Nacional de Búsqueda de Niños y Niñas Desaparecidos en el Conflicto Armado de El Salvador (CNB). Recientemente publicó en el blog de la Fundación para el Debido Proceso (DPLF, por su sigla en inglés) el artículo “Apoyar sin revictimizar: Los desafíos del acompañamiento psicosocial”.
“Toda persona expuesta a una situación crítica, como un conflicto armado, tiene un daño emocional extremo, que trasciende a todas las personas que están a su alrededor y perdura hasta que no siga un proceso reparador”, afirmó el psicólogo.
Añadió que “cuando el Estado vuelve sobre este trauma, ya sea de forma directa con sus acciones o discursos, pero también con la pasividad y silencio sobre las víctimas, entonces revictimiza y sigue dañando, causando más dolor”.
“El Salvador es un país de víctimas”, consideró el profesional, y a la vez de muchas experiencias y aprendizajes sobre acompañamiento psicosocial, desde la sociedad civil y desde el Estado.
Entre una de las muchas recomendaciones que el experto señala está romper el silencio, pues “la memoria histórica va más allá de los datos fríos de Internet y aún de muchos libros”.
“Tenemos a los sobrevivientes a veces en nuestra propia familia: padres, abuelos, tíos, maestros que vivieron lo sucedido, que tuvieron en esa situación crítica de vida o muerte y es a lo que se puede referir ese proceso mental, pero también emocional que conlleva la memoria, conectada al trauma que ha sobre llevado”, afirmó.
Consideró que “las víctimasestán expuestas a sucesos o discursos que les afectan, que les hace revivir o hacer presente su trauma, tanto a nivel nacional (militarización por delincuencia, discursos de odio o retrocesos en los derechos humanos), como internacional como el conflicto actual entre Rusia-Ucrania”.
“Esto puede causar una serie de síntomas o padecimientos fuera de lo normal en su vida cotidiana, como pesadillas, cambio de humores, ansiedad o depresión, llanto repentino, etc.”, advierte Aparicio.