Masacres, torturas, desapariciones y asesinatos, son algunos de los crímenes de lesa humanidad durante el conflicto armado que más eco han tenido. Mientras tanto, a más de tres décadas de la firma de los acuerdos de paz, la violencia sexual continúa siendo invisibilizada, manifestaron víctimas del conflicto armado y defensoras de derechos humanos.
De acuerdo con Leonor Arteaga, directora de programa de la Fundación por el Debido Proceso (DPLF, por sus siglas en inglés), la violencia sexual figura parte de la violencia de género, y algunas de las expresiones de este tipo de violencia se traducen en desnudos forzosos, tocamientos impropios, la prostitución forzada, aborto forzoso, contracción de una enfermedad sexual resultada de una violación, el parto en cautiverio, entre otras.
Arteaga explicó que la violencia sexual durante el conflicto armado salvadoreño fungió diversos objetivos por parte de los victimarios: pretender definir quién dominaba y quién estaba subordinado; como una expresión de victoria sobre los oponentes; como una especie de moneda de cambio cuando víctimas no tenían otras alternativas para sobrevivir; y como una forma de tortura. Estos hechos no fueron asilados, sino planificados o alentados.
«Había manoseos, toqueteos. En las cárceles algunas las desnudaban. Ahí se dieron las violaciones, ahí se oían los gritos. Conocí a compañeras que salieron embarazadas, otras abortaron, otras con enfermedades venéreas», dijo Susana Rodríguez.
Rodríguez forma parte del Comité de Ex Presos y Ex Presas Políticas de El Salvador (COPPES), es sobreviviente de tortura y fue sindicalista por muchos años. Ella relató que durante el conflicto armado las fuerzas armadas del Estado salvadoreño ejercían sistemáticamente violencia sexual. Sostuvo que pasaron muchos años para que ella pudiera reconocer e identificar que ella misma fue víctima de este tipo de violencia.
«Un toqueteo, esa es violencia sexual, que te digan frases denigrantes, es violencia sexual, pero no lo conocíamos. La violencia sexual fue una tortura”, sostuvo Susana.
Para Gloria Guzmán, otra víctima del conflicto armado, la violencia sexual fue parte el “modus operandi” estatal en el contexto del conflicto armado. “Formó parte de la estrategia contrainsurgente de las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional, de Hacienda, organizaciones paramilitares y otras como los escuadrones de la muerte”, indicó.
Guzmán sostuvo que la violencia sexual fue perpetrada por parte del Estado salvadoreño y también por parte del sector guerrillero. Sin embargo, fue el Estado quien lo ejerció de manera sistemática. Aun así, cuestionó que a la fecha “la impunidad es total”.
Engracia del Carmen Chavarría, del Centro de Promoción de los Derechos Humanos «Madeleine Lagadec», reiteró que la invisibilización de estos casos fueron debido a diversos factores, en primer lugar, porque no fueron reconocidos. Ejemplo de estos mencionó que, en el informe de la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas, no fue sistematizado ningún caso de violencia sexual. Sin embargo, tanto en casos como la masacre de El Mozote y lugares aledaños, el asesinato de las cuatro religiosas norteamericanas, entre otros, se ha logrado evidenciar que los perpetradores ejercieron dicha violencia. Por lo general, los victimarios violaban a las mujeres y posteriormente las asesinaban, explicó.
Engracia detalló que producto de diferentes esfuerzos desde 2013, su organización logró que diez casos de violencia sexual se presentaran para ser investigados ante la fiscalía general de la República (FGR). Algunos de estos con posibilidad de ser judicializados pronto.
“Ellas tienen derecho a ser reconocidas como sobrevivientes del conflicto armado y de violencia sexual”, aseveró Chavarría.
Con edición de Diego Hernández