Con una historia de grave persecución, que le costó la vida a íconos como Marianella García Villas y Herbert Anaya Sanabria, la CDHES dirige ahora su trabajo al fomento de la memoria histórica y a la formación de las nuevas generaciones en DD. HH., en el contexto de un país con una democracia que “tambalea”.
Por Carlos Portillo, director editorial VOCES.
44 años después de su fundación la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES) es baluarte de las luchas en defensa de las víctimas, los más desprotegidos, los más vilipendiados por las fuerzas del Estado en la historia de un país que arrastra la estela de dolor y de sangre de una guerra que se ve lejana, pero cuyas causas, como la exclusión y la pobreza, siguen vigentes.
En un contacto con VOCES el director de la CDHES, Miguel Montenegro, compartió parte de la historia de la organización que inició el 1 de abril de 1978. Son 44 años de trabajo que en esta ocasión el actual contexto del país motivó a posponer los actos conmemorativos.
No obstante, se conmemore o no, la CDHES sigue erigiéndose como un estandarte de las luchas de un pueblo que ha sido víctima de tantos atropellos, de graves violaciones a los derechos humanos, los cuales siguen en la impunidad, a la espera de que un día el Estado realmente les cumpla con justicia, verdad y reparación.
Como muestra, la justicia de El Salvador aún sigue en deuda con las familias de dos presidentes de la CDHES, Marianella García Villas, la fundadora, y Herbert Anaya Sanabria, asesinados por su trabajo como defensores de derechos humanos.
Montenegro afirmó que la Comisión nació para “defender a las víctimas y denunciar las violaciones graves a los derechos humanos que se estaban cometiendo durante el conflicto armado. El trabajo se enfocó mucho en el área de los presos políticos encarcelados injustamente, en el contexto de la represión de los gobiernos de ese entonces contra el pueblo salvadoreño.
La CDHES se especializó en recoger información de las graves violaciones a los derechos humanos, las cuales eran denunciadas a nivel nacional e internacional. Foros como la Organización de las Naciones Unidas, la Federación Internacional de Derechos Humanos y Amnistía Internacional “jugaron un papel de apoyo en cuanto a las denuncias”, expresó Montenegro.
Este trabajo conllevó a condenas internacionales de estas organizaciones contra el Estado salvadoreño.
Posterior a la firma de los Acuerdos de Paz, la Comisión ha continuado su trabajo en las importantes áreas de memoria histórica y la formación de las nuevas generaciones en derechos humanos.
Uno de los proyectos insignia en los que trabajan en la actualidad es el establecimiento del Centro de la Memoria Histórica Marianella García Villas, en el cual estarán disponibles archivos históricos del trabajo de la CDHES, los cuales serán de gran ayuda a investigadores sociales, estudiantes, periodistas y población en general que desee conocer esa realidad que vivió El Salvador.
“El pueblo salvadoreño debe ser informado y obtener las herramientas básicas para las denuncias de esas violaciones que se cometieron”, dijo Montenegro al destacar la importancia de los documentos que retratan el tesonero trabajo de la CDHES.
Reafirmó el compromiso hacia el futuro de seguir “jugando un papel fundamental”, ahora en el área de la educación en derechos humanos, programas dirigidos a la prevención de la violencia de género y la violencia en general, así como el empoderamiento de las comunidades con los instrumentos, procedimientos y mecanismos de protección a los derechos humanos “que se deben conocer y exigir al Estado salvadoreño”.
“La población debe ser garante de la defensa de los derechos humanos”, consideró Montenegro, pues en las décadas posteriores a la guerra los gobiernos de turno, en representación del Estado salvadoreño, no han realizado “un trabajo integral”, y tampoco han avanzado en procurar justicia y reparación a las víctimas de la guerra.
El trabajo de la CDHES continuará para contribuir a “acabar con la impunidad y lograr la reparación de los daños que se causaron (a miles de víctimas) durante la guerra en nuestro país”, afirmó.
Para Montenegro “la educación y la formación en derechos humanos es vital en estos momentos”, pues “estamos viviendo una democracia muy frágil, una democracia que se está tambaleando, con todos los hechos que el actual gobierno está ocasionando”.