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“Nunca me voy a dar por vencida”, son las palabras de Guadalupe, la madre de Katia Quintanilla, una adolescente de 16 años quien desapareció el 13 de julio de 2016. Ocho años después, la zozobra continúa en sus seres queridos, pero también la esperanza de encontrarla.
“Fue un día miércoles. Yo me fui a trabajar con la esperanza de que ella no salía. Mi sorpresa fue en la tarde al regresar de trabajar como a eso de las cinco de la tarde que me doy cuenta de que ella no estaba (en la casa). Le pregunto a mi hijo menor y él me responde que una amiga le había hablado y que lo que logró escuchar es que la iban a esperar en el parque Infantil. Fue lo único que nosotros supimos”, comentó Guadalupe a VOCES.
Ante esta situación, ella acudió al centro policial más cercano, pero le indicaron que debía esperar un periodo de 72 horas. Transcurrida las horas, se dirigió a la delegación de la Policía Nacional Civil (PNC) aledaño al parque en donde presuntamente fue vista por última vez y posteriormente a la Fiscalía General de la República (FGR).
En ocho años del caso, tres fiscales han estado a cargo del caso (el último designado en 2021). “Siempre que yo he querido buscar y obtener una información yo he ido porque de Fiscalía nunca me han llamado”, aseguró.
Guadalupe recuerda a su hija como una adolescente alegre, sonriente, amistosa, amable y conversadora. “Le gustaba darme muchos besos. Sí, era muy cariñosa conmigo. Era mi única niña”, dijo.
Katia cursaba el séptimo grado en una escuela ubicada en Mejicanos, San Salvador. El día en que desapareció vestía un short negro, una blusa fucsia con mangas negras y unos zapatos del mismo color que su blusa. Para continuar con la búsqueda de su hija, Guadalupe se unió en 2022 al Bloque de Búsqueda de Personas Desaparecidas (BBPD). En este grupo ha encontrado apoyo emocional y una “nueva familia”, pues los demás integrantes entienden su sentimiento, expresó.
Guadalupe cuestionó el nulo avance en la búsqueda de Katia y la falta de ejecutar acciones que pudieron ser clave para avanzar y encontrarla rápidamente como el acceso al registro de llamadas de su teléfono. Aun así, sostuvo, su búsqueda no se detendrá.
“Me gustaría darle un fuerte abrazo y decirle cuánto la quiero, que a pesar de que no esté aquí presente, pero en mi corazón siempre estará ahí y que como mamá nunca me voy a dar por vencida. Siempre voy a tener esa esperanza, esa fe de que algún día, tal vez no pueda verla completa, pero que aunque sea sus restos voy a tener y darle esa paz que hasta ahorita no hemos obtenido las dos”, dijo.
Con edición de Diego Hernández
