Con 24 años, forma parte de las nuevas generaciones de intelectuales de El Salvador. Siendo candidata al doctorado en historia latinoamericana de la Universidad de Vanderbilt, en Tennessee, Estados Unidos, su tesis de graduación se enfoca en la historia de las madres que perdieron a sus hijos en la guerra salvadoreña.
La historiadora salvadoreña, Claudia Monterroza, ve con tristeza cómo en El Salvador no existe la voluntad política ni la conciencia en la sociedad sobre los atroces hechos ocurridos en el pasado reciente, específicamente en la guerra que enlutó a la nación en los años 80 del siglo pasado.
“La historia también es fundamental. No solamente para entender el presente, sino que para entender la manera en que las cosas funcionan, la estructuración de todo, tanto en lo cultural, social, como políticamente. Desde mi punto de vista es imposible entenderlo y navegarlo y, sobre todo, proyectar un futuro viable sin conocer de dónde venimos”, afirmó en una entrevista con VOCES.
Lamenta en concreto que, a pesar del paso del tiempo (ya tres décadas desde que bajaron las armas), el país no cuenta con una ley de justicia transicional que permita llevar verdad y justicia a quienes sufrieron crímenes de lesa humanidad y las familias de estas personas.
“Existe una resistencia o una especie de tendencia a olvidar, a negar que ciertas cosas pasaron y eso no es particular al caso de El Salvador, lo podemos ver cómo ha sucedido en otros países latinoamericanos, en Sudamérica, en Guatemala. Sin embargo, en El Salvador se vuelve más evidente dado que nunca se ha implementado nada que conlleve a por lo menos intentar o implementar ya sea una ley, una medida, una política que trate, no solamente de reparar, sino de prevenir que estos hechos se repitan.
“Las madres de El Salvador son las únicas en el continente que no han tenido justicia y reparación”, explicó a VOCES al respecto la abogada Jayme Magaña, representante legal de los comités de madres.

Esto es generalizado respecto a las víctimas civiles de las graves violaciones a los derechos humanos que ocurrieron en la guerra que ven cómo pasan los años sin que se apruebe una ley de justicia transicional que ponga en el centro a las víctimas y no a los victimarios.
Como colectivo, en la sociedad salvadoreña, -a juicio de la historiadora- pareciera que “queremos olvidar o aparentemente pasar la página” sobre el pasado.
“En mi opinión no debería ser así, pero siento que existe esa dualidad de entendimiento de nuestra sociedad en que por tratar de mirar hacia el frente nos olvidamos de reflexionar sobre nuestro pasado”, expresó la académica.
En el marco de su tesis, Monterroza ha investigado el movimiento social que constituyen las madres que perdieron a sus hijos y familiares en la guerra en El Salvador. La historia cuenta que en 1975 un grupo de 12 mujeres valientes que de cárcel en cárcel y de morgue en morgue buscaban a sus hijos formaron COMADRES, una organización histórica y emblema de las luchas que las víctimas de la guerra mantienen viva a pesar del desinterés del Estado de El Salvador por reparar estos daños, conocer la verdad y hacer justicia.
En su investigación, la académica estudia el proceso histórico de cómo los comités de madres “entran como actor principal y como pioneros” de estas luchas reivindicativas.
“Me interesa conocer cómo surgió este activismo, no solo conocer las razones. Sabemos que fue el deseo de encontrar a sus hijos y de buscar a aquellos de los que no se sabía nada, pero al mismo tiempo fue un esfuerzo que se transformó de una búsqueda individual a un esfuerzo colectivo”.
Monterroza, como parte de su estudio, entrevistó y convivió en diversos espacios con Madre Vicky, la líder histórica de COMADRES, recientemente fallecida. Ella “era un ejemplo de valentía, la madre era incansable y no físicamente sino espiritualmente; incluso frente a cualquier dificultad, por tan grande que fuera, ella no veía un problema demasiado grande, estaba dispuesta, tenía ese espíritu de lucha que era inclaudicable”.
“Vamos a recordar su amor, el cariño que irradiaba, su amabilidad y todas las cosas que la madre era, su espíritu que muchas veces tenía la capacidad de reconfortar y transmitir alegría a cualquiera que anduviera cabizbajo”, dijo la historiadora al resaltar el legado de Madre Vicky.
“Las madres son personas tan impresionantes y admirables”, dijo Monterroza, al enfatizar que “son ejemplo de perseverancia, valentía, entrega. Son verdaderamente una lección para aquellos que esperamos que nuestra sociedad tenga cambios significativos”, dijo sobre los comités de madres, que vieron surgir a lideresas como Madre Vicky, y que sigue acuerpando a mujeres que luchan por el derecho a la justicia transicional de las personas que fueron víctimas de crímenes de lesa humanidad durante el conflicto armado.