En la región Latinoamericana, las fuertes sequías y lluvias torrenciales alteran el crecimiento de los cultivos y generan escasez de alimentos. Ante esta situación, las mujeres han implementado mecanismos de agricultura resilientes al clima para combatir los efectos de ello.
Escrito con información de DAKI – Semiárido Vivo.
Tres lideresas, un continente y una misma lucha medioambiental
Gloria Díaz, Romina Otero y María Neves dos Santos son tres mujeres de distintas latitudes que no se conocen, pero desarrollan técnicas de Agricultura Resiliente al Clima en beneficio de sus comunidades en Guatemala, Argentina y Brasil, respectivamente.
En el centro del Corredor Seco de Centroamérica se encuentra Gloria Díaz, una lideresa que ha desafiado a las condiciones climáticas de Chiquimula, en Guatemala, y el machismo patriarcado latinoamericano. En esta región, el clima de verano es extremadamente árido y las lluvias de invierno causan derrumbes, provocando la pérdida de cosechas en ambas estaciones del año.
En Chiquimula, luego de que las mujeres en la comunidad se organizaran y crearan la Asociación de Mujeres Progresistas, se logró garantizar la alimentación para la población de la zona a través de la implementación de huertos agroecológicos que producen distintas hortalizas.
“Nosotras como mujeres hemos aprendido cosas nuevas para sostener la sequía en nuestra comunidad. La participación nuestra ha sido importante en el desarrollo económico, hemos aprendido a hacer huertos familiares, agroforestales, emprendimientos, artesanías y bordados. Y también le vendemos en la comunidad, y así podemos ingresar dinero a nuestras familias”, aseveró Díaz.
En Argentina, otra lideresa, Romina Otero, que habita en la Comunidad Zonal Criolla Los Blancos en la provincia de Salta, utiliza las cisternas de captación de agua de lluvia para combatir el clima seco y árido de la zona. Esto permite que la comunidad pueda tener acceso seguro al agua potable para el consumo humano.
“Hoy la realidad de la comunidad es que todos en su mayoría tenemos un buen acceso al agua potable para consumo ya que gracias a implementar los sistemas de captación y almacenamiento de agua nos permite controlar el agua que nosotros tomamos, el agua que toman nuestros niños”, dijo, ya que la comunidad se encuentra en el Gran Chaco Americano, una zona que abarca cuatro países y que generalmente carece de agua.
Otero, además de ser proficiente en la técnica de las cisternas de agua, también toma muestras y las analiza para determinar la calidad del agua. También, capacita a las personas para que puedan interpretar las muestras.
Por su parte, en la Comunidad Tradicional de Pasto de Caiçara, Bahía, Brasil, María Neves dos Santos hace uso de un sistema de tratamiento de aguas grises y negras que permite reutilizarlas para el riego de las parcelas.
“En el período seco, nuestra región semiárida está en esa sequía y en el patio productivo, con la reutilización del agua por goteo, el patio siempre está verde. Esto para nuestra comunidad es un logro. Quiero que otras mujeres hagan lo mismo, como yo, para que podamos ganar la asociación, para organizar la comunidad para tener acceso a los beneficios. ¡Tenemos que tener saneamiento básico!”, mencionó dos Santos.
Las mujeres, a través de su sentido de agencia y compromiso para ayudar a sus comunidades, implementaron distintas técnicas que ahora ayudan a que las poblaciones de las zonas puedan subsistir a pesar de las condiciones climáticas extremas.
No solo es una lucha por el medio ambiente
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, las afectaciones del cambio climático afectan en mayor medida a las mujeres que habitan en las zonas rurales, dado que las mujeres, por la costumbre machista, son consideradas como las cuidadoras oficiales de sus hogares. A ellas se les han delegado tareas como la preparación de alimentos, recolección de agua para limpieza y consumo familiar, entre otras acciones que se consideran importantes para el bienestar de las personas.
Gloria, de la ciudad de Chiquimula en el oriente de Guatemala, asegura que para obtener mayor poder de decisión fue necesario desafiar las conductas patriarcales de su comunidad.
“Nosotros relacionamos el tema de las mujeres con el desarrollo económico, hacemos incidencia para que ellas puedan ingresar dinero a sus familias. Se ha concientizado a la mujer rural, tenemos más de 300 mujeres empoderadas con el cambio climático y desarrollo climático en las comunidades. Antes las mujeres eran más vulnerables, porque dependían del esposo, hoy no, hoy nosotros podemos ingresar dinero a las familias”, comentó, Díaz.
Un espacio para compartir experiencias resilientes ante el machismo y el clima
El proyecto DAKI – Semiárido Vivo registra, sistematiza y difunde las prácticas que las personas que viven en las tres regiones áridas de América Latina -el Corredor Seco Centroamericano, el Gran Chaco Americano y el Semiárido Brasileño- llevan a cabo para hacer que sus comunidades salgan victoriosas sobre el clima seco.
De acuerdo con el coordinador de DAKI Semiárido Vivo, Ismael Merlos, el proyecto fortalece las capacidades de agricultoras, agricultores, técnicos en agricultura y la población femenina, joven, entre otros. “Se basa en la gestión de conocimientos y saberes ancestrales para la adaptación y resiliencia de los sistemas agroalimentarios por medio de la implementación de programas de capacitación enfocados en tecnologías y prácticas de agricultura resiliente al clima (ARC), elaboración de materiales didácticos y productos de conocimiento”, dijo.
A través del proyecto se dieron a conocer las historias de estas tres mujeres, que, además de superar las condiciones de la tierra donde nacieron, tuvieron que vencer las tradiciones machistas de sus regiones para velar por el bienestar de sus comunidades.
“DAKI le asigna un rol importante y buscamos ser un espacio en el que puedan desplegar su liderazgo y protagonismo, enfrentando las condiciones adversas en sus ámbitos comunitarios en relación con las barreras que las invisibiliza y las margina de sus derechos”, acotó Merlos sobre cómo el proyecto ayuda a minar las barreras de género que restringen a las mujeres latinoamericanas.
Historias como las de Gloria, Romina y María son tan variadas en América Latina como los mismos cultivos que cosechan, pero todas tienen el mismo objetivo: la emancipación de la mujer en un entorno altamente machista y de climas tan extremos que la vida misma era inviable hasta que las mujeres se encargaron de revitalizarla con las técnicas de agricultura resiliente.